Comencé a indagar y descubrí que Mindfulness (o conciencia plena) no es otra cosa que estar conscientemente presente, queriendo comprender momento a momento, prestando atención en lo que ocurre aquí y ahora, con una actitud de aceptación.
Y me pregunté, ¿y esto puede ayudar a los niños? Si, porque responde a la gran necesidad que existe de encontrar un poco de tranquilidad, tanto física como mental en este tiempo tan exigente en el que nos ha tocado vivir.
Esto lo conseguimos a través de unos ejercicios que son apropiados para cualquier niño que necesite calmar su mente llena de pensamientos, que quiera aprender a sentir y comprender sus emociones y a concentrarse mejor.
¿Y cómo ayudarlos a que se calmen, se relajen y se concentren en lo que hacen? Mediante una herramienta sencilla y eficaz llamada meditación, centrando su atención en la respiración.
Pero, ¿cómo podríamos llevarlo a la práctica con los niños? Buscando encontré un libro cuyo titulo me encantó "Tranquilos y atentos como una rana", y cuando lo leí me gustó mucho más.
La autora Eline Snel ha basado sus técnicas en el método de Mindfulness desarrollado por Jon Kabat-Zinn. Los resultados han demostrado que los niños que practican estos ejercicios duermen mejor, están más concentrados y serenos y se sienten más seguros.
Por ello, quise comprobarlo y me puse manos a la obra realizando varios de esos ejercicios en el aula con mis alumnos. Hemos practicado a lo largo de un mes y continuamos en ello, varios de los ejercicios propuestos en el libro, eligiendo momentos fijos y 2 o 3 días a la semana.
¿Y cómo nos ha ido en clase? Desde el primer día de práctica fue mucho mejor de lo que esperaba. Les expliqué brevemente que a partir de ese día dedicaríamos unos minutos a relajarnos, a practicar meditación, y con la ayuda del CD que acompaña al libro cuya voz es maravillosa y te relaja por sí misma, así lo hicimos.
De todas las actividades, las que más atractivas les han resultado han sido:
- "La ranita": Es un animalito que puede dar grandes saltos pero a la vez quedarse muy quieto, respirando y observando como la barriguita se hincha y se deshincha una y otra vez. Lo practicamos sentados.
- "El ejercicio del espagueti": Tumbados, contrayendo y relajando cada parte del cuerpo como si fueran espaguetis. Con estos ejercicios practicamos la atención y concentración.
- "Un lugar seguro" y "El árbol de los deseos": Tumbados piensan en un lugar donde se sientan seguros, en paz, tranquilidad, pudiendo volver mentalmente a ese lugar cuando nos sintamos nerviosos o inseguros. Se trabaja la paciencia, la confianza y el saber soltar.
- "El botón de pausa" y "El parte meteorológico personal": Sentados y con los ojos cerrados ¿como te sientes? ¿que tiempo está haciendo por dentro? ¿te sientes relajado y brilla el sol? ¿o quizás hay una tormenta? con estos ejercicios los niños aprenden a identificarse con sus cambios de humor. Después los dibujamos. Les hace conscientes de la lluvia, el sol y la tormenta en ellos mismos. Y lo que es importante, permiten que así sea.
Con la constancia y la práctica de todos ellos y con los comentarios sobre sus vivencias que hacemos después, he descubierto que son muchos los beneficios que el Mindfulness proporciona a los niños:
- Mejora el aprendizaje, la atención y la creatividad.
- Les ayuda a regular sus emociones, a encontrar la tranquilidad y el equilibrio cuando se sienten enfadados, angustiados y molestos y a sentirse más seguros.
- Mejora las habilidades prosociales, como la paciencia, la empatía, la alegría, la amabilidad hacia si mismo y los demás....
Además aprenden a reaccionar menos impulsivamente y a influir en su mundo interior sin tener que negar o reprimir nada. Todo esto me lleva a reflexionar sobre que:
"No puedes detener las olas, pero si que puedes aprender a surfear, a practicar el surf sin velas".
Merece la pena intentarlo, ¿verdad? Mi respuesta es SI, ¿Y la tuya?
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